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“Legalizando la prostitución, mejorarían las condiciones de las prostitutas, y la lucha contra las mafias sería más eficaz”

La lucha de algunos ayuntamientos por hacer invisibles a las prostitutas, ha vuelto a poner por enésima vez en el tablón de la actualidad un tema ya eterno que siempre que reaparece, lo hace con idénticas preguntas: ¿Hay que legalizar la prostitución? ¿Hay que perseguirla? ¿Por qué?

Opinan los medios de comunicación, opina el ministro, opina el alcalde, opina el taxista y el vecino de “la zona afectada”. Todos opinan excepto la invisible protagonista, la prostituta.

Hace un par de años, cuando este tema cíclico estaba, como ahora, en “la agenda”, entrevisté a Cristina Garaizábal, psicóloga clínica y fundadora de Hetaira, un colectivo que defiende los derechos de las mujeres que ejercen la prostitución. Por aquella época compareció en el Congreso de los Diputados, que le pidió su opinión como experta para un estudio sobre el tema. Rescato partes de aquella entrevista, que dos años después es totalmente vigente, podría haber sido hecha ayer, signo de que nada ha cambiado:

Pregunta: ¿Qué les dijiste a los políticos cuando fuiste al Congreso de los Diputados?

Respuesta: La verdad es que se presentó como una gran comisión, una gran noticia… Nosotras era la tercera vez que comparecíamos en una comisión de estudio de la prostitución, lo cual hacía que nuestro entusiasmo hacia ello tampoco fuera excesivo.

Y cuando el PP y el PSOE, después de que se montara la comisión, hicieron unas declaraciones diciendo que lo fundamental era la lucha contra la trata, pues eso nos hizo también que nuestro entusiasmo bajara aún más, ¿no?, ya que creemos que la lucha contra la trata no está reñida con la regulación de derechos, sino todo lo contrario. Entonces, bueno, nosotros fuimos a la comisión, intentamos trasladar nuestro pensamiento y la voz de aquellas mujeres que ejercen la prostitución y que quieren seguir ejerciéndola, pero en mejores condiciones laborales y sociales de lo que lo hacen en la actualidad.

Nuestra intervención fue básicamente a demandar a los señores y señoras diputadas que tuvieran en cuenta a este sector de mujeres y que también fueran conscientes de que, como la misma Guardia Civil dice en su informe de 2004 de la unidad de lucha contra el tráfico de seres humanos, la lucha contra el tráfico y la trata es más eficaz si se diferencia, legalmente, muy claramente, entre lo que es la prostitución forzada, que tiene que seguir siendo delito, obviamente, y perseguida incluso con más fuerza de lo que se hace actualmente, de lo que es la prostitución voluntaria, que debería ser legal.

Para nosotras, esta diferenciación en el terreno de lo legal entre lo uno y lo otro es fundamental, tanto para defender los derechos de las víctimas de trata, porque creemos que sólo diferenciándolo las mafias no se aprovecharan de lo que es la situación de alegalidad  que actualmente existe en torno a la prostitución, y creemos también que es fundamental esta defensa y esta diferenciación entre lo que es legal y lo que debería seguir manteniéndose como delito para precisamente poder reconocer los derechos de todas aquellas mujeres que ejercen la prostitución voluntariamente. Ese fue nuestro contenido de la intervención.

P: Además del “hay que luchar contra la explotación” hay otros paraguas bajo los que se esconden los dos partidos mayoritarios para no mojarse con este tema. Uno de ellos es el paraguas moral de “regularizar la prostitución sería aceptar ese atentado contra la dignidad de la mujer”.

R: Bueno, vamos a ver, el argumento, desde nuestro punto de vista, central que impide legalizar la prostitución es un argumento cargado de moral. Porque creemos que lo que impide reconocer que eso es un trabajo es que se está hablando de sexualidad. Y por lo tanto tiene unas connotaciones, a pesar de que eso se diga desde posiciones progresistas o feministas, cristianas de pecado y de que el sexo es algo sucio, especialmente para las mujeres. Porque sino, no entendemos porqué se puede plantear que es la prostitución en sí misma lo que atenta contra la dignidad.

Creemos que ciertamente, lo que atenta contra la dignidad  de las trabajadoras del sexo es que se las siga considerando personas menores de edad y no sujetos de derecho, como está pasando en la actualidad, y por lo tanto, que tengan que ejercer en unas condiciones terribles y que estén sometidas a la explotación laboral de los dueños de los clubes o de cualquiera que quiera aprovecharse de ellas, porque hoy no están reconocidas como sujetos de derecho. Eso es lo que es indigno.

P: Supongo que estarás bien informada de las situaciones de la prostitución en otros lugares. Digamos que los países pueden tomar tres posturas ante este tema. Uno: acoger la prostitución como un oficio, y por tanto regularizarla; dos, la prostitución es una actividad ilegal; y tres: el caso del estado español, la prostitución no es una práctica ilegal, pero vive en un limbo legal. ¿Qué experiencias conoces de cada una de estas situaciones?

R: Pues mira, en países como España, el problema es que es un cachondeo. La situación de alegalidad de la prostitución a lo que lleva es a que las mujeres que la ejercen estén sometidas a la arbitrariedad de los diferentes poderes públicos locales. La prueba la tenemos en que hoy, ejercer la prostitución no es delito, pero en cambio, en Madrid y Barcelona  (en Madrid gracias al “Plan contra la esclavitud sexual” del ayuntamiento y en Barcelona a la “Ordenanza cívica por la convivencia ciudadana”) se persigue a las prostitutas de calle, que son el sector más visible y por tanto más vulnerable a este tipo de políticas. Entonces, el problema es ese, la falta de derechos y la arbitrariedad a la que están sometidas según los mandatarios.

En países como Suecia, lo que a nosotras nos consta, y nos consta por el Sindicato de Prostitutas Sueco, pero también por el jefe de la brigada anti vicio de Estocolmo, que comentaba en una entrevista en “El Mundo”, en el 2004, que la prostitución no había desaparecido con las políticas abolicionistas. Suecia es un país abolicionista cuya medida estrella es la persecución a los clientes y a los proxenetas. Y la prostitución se ejerce igualmente, pero en la clandestinidad, con lo que han empeorado terriblemente las condiciones de trabajo de estas mujeres. Esa es la experiencia sueca. Además eso ha hecho que las mafias hagan su agosto gracias a la clandestinidad, porque no hay que engañarse, tenemos claras experiencias de que cuando algo se prohíbe o se clandestiniza, la situación en la que se da es mucho peor que cuando es legal, y hay leyes que protegen a los sectores más vulnerables.

Y la experiencia en Holanda es la de que ha desaparecido la prostitución de menores, las trabajadoras tienen derechos… Holanda es un país que ha reglamentado los derechos de estas mujeres, que ha reconocido la prostitución como un trabajo, pero que tiene un hándicap también muy importante, y es que esta medida sólo rige para las nacionales, no para las extranjeras, con lo cual, el abismo que se ha abierto entre las prostitutas extranjeras y las prostitutas holandesas es muy grande y hay que decir que ciertamente, las extranjeras que siguen ejerciendo en la clandestinidad, están sometidas muchas veces a mafias contra las que es muy difícil luchar, precisamente por ese abismo entre las unas y las otras. No obstante, en comparación, parece que Holanda es la situación en la que se dan más beneficios para las trabajadoras, y lo que habría que intentar es que esos beneficios fueran también para las extranjeras.

P: ¿Por qué un Gobierno que se ha atrevido con, por ejemplo, el matrimonio entre personas del mismo sexo y presume de extender derechos no se atreve con este tema?

R: Pues mira, la verdad es que nosotras creemos que, primero, tiene una gran división interna el PSOE con este tema. De hecho, las conclusiones del Congreso así lo demuestran. Son unas conclusiones que son ideológicas, básicamente. Pero de esa ideología se desprendería que lo consecuente fueran políticas abolicionistas, pero tampoco abogan por ellas. Creo que ahí dentro tienen una gran división, y una gran división que viene de la presión que ejerce un sector del feminismo, del cual participan mujeres del PSOE, que mantienen esas posiciones puritanas, moralistas, anti sexualidad masculina y anti hombre en última instancia. Y a pesar de la irracionalidad de estas posiciones, tienen fuerza dentro del Partido Socialista.

Nosotras, de todas formas, confiamos en que poco a poco esta polémica interna se vaya desarrollando a favor del sentido común, a favor de hacer extensibles los derechos para todos los sectores. Porque no concebimos que una posición moral e ideológica pueda negar los derechos a un sector de mujeres. Y hoy, lo que es evidente es que este sector de mujeres carece de todo tipo de derechos en relación a su situación y a su profesión. Es decir, tienen derechos ciudadanos, siempre y cuando no manifiesten que son prostitutas, porque sino, inmediatamente, estos derechos son recortados.