Archive | agosto 2010

Desde dentro, el inicio de la batalla Carrusel vs Tiempo de Juego

Primeros minutos de la guerra por las audiencias del deporte en la radio. Así arrancaron los directos de Carrusel Deportivo (SER) y Tiempo de Juego (COPE).

El debilitado Carrusel optó por el aquí no ha pasado nada, y apoyándose en música de discoteca y buen rollito, arrancaron sin hacer ninguna referencia a la salida de 50 periodistas deportivos de la SER a la COPE.

Tiempo de Juego, es decir, el Carrusel de toda la vida, tuvo un despegue sincero. Pepe Domingo Castaño leyó una nota en la que se presentaba antes sus oyentes para decirles aquí estamos, nos ha jodido irnos de la SER de esa forma, pero ahora estamos aquí.

El Carrusel de siempre, con nombre y dial distintos contra un nuevo Carrusel, hecho bajo el paraguas de confianza de la marca Cadena SER. La pelea por la audiencia será digna de seguir.

Balconing en el MOMA

Hace años, Charly García fue grabado por unas cámaras al tirarse desde la ventana de su hotel a la piscina. Todavía en el agua, un periodista le preguntó si sintió libertad al hacer eso. «No. Primero vacío, y luego el agua mojada», respondió.

Hoy escucho en la radio que políticos y dueños de hoteles de las zonas costeras están muy preocupados por el balconing. Es el nombre que le han puesto los medios de comunicación para poder indignarse y darle promoción simultáneamente a lo que llaman moda, pero que yo creo que es intento de arte contemporáneo. El problema con este tipo de arte, es que sólo el original, el sincero, el puro, es válido.

Una noche, hace años, me encontré por la calle a un tío con chaqueta y corbata, totalmente borracho, que estaba cagando en mitad de la calle, apoyado en un árbol mientras silbaba Yellow Submarine. Arte contemporáneo. Si a ese hombre borracho con chaqueta y corbata, lo pones a cagar, agarrado al mismo árbol, pero dentro del MOMA, y vendes entradas para el espectáculo, la cosa cambia. Deja de ser arte para convertirse en estética, intento de arte.

Lo mismo pasa con el balconing. Una vez que Antena 3 y Telecinco le ponen nombre y lo promocionan, una vez que el gilipollas que salta, lo hace para que los gilipollas de sus amigos lo vean en Youtube, todo pierde gracia. El mundo se parece cada vez más a una de esas obras que se exponen en los museos de arte contemporáneo. Absurdas, vacías, llenas de estética.

Sin embargo, tanta mediocridad, alguna cosa buena provoca. Ya hay quienes proponen soluciones al balconing: policías en los hoteles y barandillas más altas en los balcones. Otros responden que será complicado poner un policía en cada balcón de Ibiza, pero que lo de las barandillas más altas se podría estudiar.

Políticos hablando de usar a sus policías para reprimir a jóvenes turistas que quieren tirarse por una ventana de hotel. Arte contemporáneo.

Curro se fue al Caribe

¿Cómo consumimos? ¿Por qué lo hacemos del modo en que lo hacemos? ¿Cómo una empresa de telefonía se metió en el mercado gracias a un muñequito verde y una canción pegadiza? ¿Quién estaba detrás del anuncio de «Curro se va al Caribe»? ¿Quién ideó el «¿te gusta conducir?» de BMW?

Luís Bassat y Fernando Ocaña, entre otros, enseñan la trastienda del mundo de la publicidad en un buen reportaje de Consentidos, RNE:

¿Por qué compramos? (Consentidos)

Con tristeza, Fernando Berlín

Leo con tristeza a Fernando Berlín tratar el tema de la visita de las Obamas. Le sigo y le admiro. Por eso me han sorprendido tanto sus formas. Casi me han dolido.

Todo es criticable. Es criticable la visita de la señora del presidente americano, a Marbella, ni más ni menos; es criticable que se cierre parte de playa al público para que una niña, se llame como se llame, se pegue un bañito y juegue un rato; es criticable que las medidas de seguridad que esta mujer lleva consigo incordien a los ciudadanos. Pero Fernando Berlín no ha profundizado lo más mínimo en nada de eso. 

Ha cogido un palo lleno de astillas, y se ha ido a descargar contra los que observaban, al igual que él, la criticable escena. No se puede, Fernando, hablar así de la gente, a no ser que quieras que te confundan con a quienes tantas veces te he visto criticar:

«(…) ¿quién mira a quién? ¿Ella a ellos? ¿Ellos a ella? Bañadores decoloridos, barrigas bajas, algún pareo en desuso, brazos atrás o cruzados. Tampoco faltan las gorras blancas, seguramente, más de una, obsequio de promoción de gasolinera. Somos toda una fauna si se nos mira con atención.»

Cuando escucho la palabra cateto, no puedo evitar acordarme del entrañable futbolista Guti, insultando a unos aficionados. Los catetos de los bañadores decoloridos, gorras blancas y barrigas bajas pertenecen a tu mundo. Incluso las sucias gasolineras pertenecen a tu mundo. Y tú, puede que sin darte cuenta, te has convertido por un momento en la niña a la que le cierran un trozo de playa para que se bañe y juegue en la arena con un palo lleno de astillas, le duela a quien le duela.